Olor a lluvia empañando
los cristales de tu seiscientos azul celeste. Un sin fín de planes
de futuro que se quedaron atrapados en su interior. Los suspiros de
nuestras noches y los viajes que jamás hicimos juntos. Ese amanecer
al otro lado del mundo que me prometiste y jamás llegó.
Enamorarnos. Crecer
juntos. 10 años de sueños a medias y media vida de agonía sin tí
a mi lado. Los mejores años de nuestra vida y la adolescencia más
increíble que pasamos. Aquellos días en que, con apenas diecisiete
años, jugábamos a ser adultos. Era nuestro juego particular. Era la
manera de crear ese futuro juntos que jamás llegaríamos a tener.
Conducir con la
ventanilla bajada en pleno verano cuando el aire acondicionado estaba
roto. La música en aquella radio de los años 50 y nuestra canción,
aquella que sonaba a trompicones y que cantábamos a voz en grito.
Esa canción que te tarareaba al oído las noches de lluvia de
estrellas tumbados en el capó de aquel coche color cielo.
Recuerdo aquellas
estaciones como las más intensas y las más felices. Aquellos años
terminaron en el desguace como aquel coche de sueño. Te destruí. Me
destruiste. Nos destruimos. Creíamos que aquel amor tan peculiar
cambiaría nuestras vidas y así fue. Fuiste la persona a la que más
quise en mi vida y creo que, aún hoy, te sigo queriendo.
Ahora, ya en la vejez de
mis años, miro aquellas fotos hechas con la polaroid de mi padre.
Aquellas fotos en color sepia desgastado, aquellas que guardaba en
una caja junto a todas las cosas que un día compartimos. Tu sonrisa
dibujada en ellas, mi cara de felicidad al mirarte, nuestras noches
de silencios en aquel campo de amapolas rojas. Recordarte.
Recordarnos. Quererte y querernos.
Y sólo deseo que te
cruces en mi camino y rememorar aquellos años en los que, aún
siendo niños nos conocimos, aquellos días en los que nos juramos
envejecer juntos. Comprar un seiscientos azul celeste y recorrer el
mundo cogida de tu mano. A mis 65 años he vivido muchas cosas y,
aunque estoy casada con un hombre que me quiere y acepta que yo
quiera a otro, me habría gustado saber qué habría sido de él y de
mí de no tener que separarnos.
Algún día amanecerá y
seguirá oliendo a lluvia. Saldré a la calle a buscarte. Los
cristales que rompí contra el suelo volverán a unirse. La lluvia de
estrellas te traerá de vuelta y, aunque jamás volverá a ser como
aquellos años, te abrazaré como cuando eramos adolescentes. Con eso
me vale, con verte sonreír volveré a ser feliz.
No hay nada mejor que leer una historia y creértela a pies juntillas.. Adoro leerte, me encanta tu forma de escribir *-*
ResponderEliminarY me encanta el romanticismo y nostalgia de esta historia :)