Te quiero. ¡Vaya! Por fin lo he dicho. Hace un tiempo, antes
de que tú llegaras a mi vida, pensaba que el amor era sólo un mito, una
justificación que la gente utilizaba para hacer todas esas locuras que vemos a
diario. Pensaba que querer significaba renunciar a una parte de nosotros mismos
en pos de otra persona y, no, tú me has enseñado que no es así.
Querer es abrazar la naturaleza de la otra persona, toda ella, y crecer a su lado, apoyarse mutuamente, madurar juntos y emprender retos sabiendo que nunca más estarás solo. Querer es un compromiso; el compromiso de ser amigo, compañero y paño de lágrimas en el momento que se tercie. Y sé que dije que no estaba preparada para ello, pero puede que me equivocara. Tú me has hecho darme cuenta de cuánto lo estaba.
Querer es abrazar la naturaleza de la otra persona, toda ella, y crecer a su lado, apoyarse mutuamente, madurar juntos y emprender retos sabiendo que nunca más estarás solo. Querer es un compromiso; el compromiso de ser amigo, compañero y paño de lágrimas en el momento que se tercie. Y sé que dije que no estaba preparada para ello, pero puede que me equivocara. Tú me has hecho darme cuenta de cuánto lo estaba.
A veces, aunque tengamos miedo, necesitamos tirarnos desde
un acantilado alto y escarpado sin saber si el resultado de nuestra caída será
bueno o malo. Y esa incertidumbre, la de no saber si las cosas saldrán como
siempre habíamos planeado, convierte el quererte en una de las aventuras más
apasionantes en las que me he visto envuelta desde que tengo uso de razón.
Lo sé, sé que leerás estas palabras y pensarás que soy la
persona más cursi del mundo y, por primera vez en todos estos meses, te daré la
razón y sonreiré. Y, ¿sabes por qué? Porque estar enamorado es delicioso y
duele, mucho cuando la persona a la que amas está tan lejos como lo estás tú,
pero te hace feliz, te completa y te da un motivo para levantarte cada mañana y
encarar las semanas complicadas en el trabajo.
Quererte. Querernos. Me hace mejor persona. Me convierte en
una versión mejorada de mí misma. Me hace desear más, esforzarme más y pensar
cada día en nuevas formas de sorprenderte. Y te contaré un secreto. Guardo en una cajita todos los
abrazos que tengo ganas de darte, todos los besos que depositaré en tus labios
en nuestro próximo reencuentro y todos esos ''te quieros'' que llenan mis días
y me hacen anhelarte cada noche.
Es extraño como el tiempo ha pasado sin darnos apenas cuenta
desde que te volví a encontrar después de aquel año en el que todo parecía
incierto. Es extraño como desde el primer instante me hiciste querer volver a
intentarlo y como yo luché con fuerza y garras para no volver a enamorarme de
ti cuando en realidad nunca había dejado de estarlo. Creía que era feliz pero
descubrí que contigo lo era más, que siempre cuidarías de mi sonrisa como yo lo
haría de la tuya.
Supongo que esto es lo que te habría escrito o te habría
grabado en vídeo ahora que se acerca la fecha en la que haríamos un año juntos.
Un año, ¡dios!, suena tan fuerte...Te habría dicho, quizá, que eres lo más
bonito que me ha pasado y me pasará en la vida, que no sé vivir sin ti y que
paseo casi cada día por los lugares que compartimos en esta gran ciudad. La
vida es algo maravilloso, ¿sabes?, mucho más desde que me enseñaste a valorar
los pequeños detalles y creo que es por eso que extraño tanto el café de
primera hora de la mañana contigo, y Toledo y tu risa.
Pero te quiero y, por mucho tiempo que pase, por muchas
personas que conozca, eso no va a cambiar nunca. Te quiero como nunca querré a
nadie. Te quiero como se debe querer a alguien para toda la vida y te lo digo,
te lo escribo, porque no me da miedo mostrarme vulnerable, porque ya no me
importa lo que la gente piense de nosotros. Me importas tú y sólo quería que no
olvidaras que siempre serás el amor de mi vida.
Bonita!
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