A veces decir adiós es
sencillamente demasiado complicado. Decir adiós significa plantarte delante de
alguien, de esa persona de la que has estado enamorado tanto tiempo, y decirle
que nunca más volveréis a estar juntos...¿Pero cómo decir adiós si cabeza y
corazón se encuentran enfrentados? ¿Cómo decir adiós después de tantos y tantos
buenos momentos compartidos?
En ese momento algo se acciona.
Las manecillas de tu reloj interior comienzan a ralentizarse. Las palabras
salen atropelladas de tu boca. El cuerpo te tiembla como una hoja de papel en
un día de viento en mitad de una calle cualquiera y la garganta se te seca. Es
ese momento en el que miras a los ojos de esa otra persona y te das cuenta de
que hagas lo que hagas, de que por mucho que lo intentes el amor de antes ya
nunca jamás volverá. No tiene sentido, ya nada tiene sentido.
Y todos los sentimientos acumulados
durante meses son expulsados a través de tu ojos en forma de lágrimas dejando a
su paso unos ojos enrojecidos y una realidad a la que ya no se puede renunciar.
Amar es así, dicen, cuando de verdad quieres a alguien si no puedes hacerle
feliz debes dejarle ir. Y duele...Es como romperse poco a poco por dentro,
resquebrajarse y agonizar a cámara lenta. Pero lo que más duele es mirar a los
ojos de esa persona y decirle que ya no le quieres, que te has cansado de
luchar y que es el momento de que vuestros caminos se separen. Y es duro porque
puede que en realidad no sea cierto pero sean las circunstancias las que nos
hacen tomar ciertas decisiones.
Decir adiós muchas veces
significa tirar la toalla y, a veces, no es por falta de ganas de intentarlo,
si no porque no funciona. El destino tiene planes diferentes para dos personas
que durante un breve período de tiempo se quisieron de verdad o, tal vez, sólo
fue otra historia más.
Pero ya no quiero seguir huyendo.
No quiero querer algo que nunca volveré a tener y no quiero que esa persona
sufra por no ser capaz de quererme como yo necesito. Puede que me quisiera
alguna vez pero, ese tiempo, ha quedado atrás. Ahora sólo quedan recuerdos de
unos meses maravillosos seguidos de un año largo y duro esperando un
reencuentro que jamás sucederá. Y es triste que a veces las cosas se rompan y
no funcionen, pero también es triste engañarse toda la vida.
A veces hay que tomar decisiones
aunque duelan. A veces hay que saber decir adiós en el momento oportuno. A
veces, sólo a veces, una noche de lágrimas puede compensar una vida de
mentiras.
Esta vez no estoy huyendo, sólo estoy tratando de encontrar mi lugar.
Esta vez no estoy huyendo, sólo estoy tratando de encontrar mi lugar.
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