19 de septiembre de 2013

Para ti, Óscar, te lo mereces

Hoy he comprendido que a veces hay cosas más bonitas que decirle ''te quiero'' a alguien. A veces vale más demostrarle a esa persona cuán especial es y lo increíblemente feliz que te hacía cuando estaba a tu lado, la cantidad de sonrisas que te ha robado y los momentos tan maravillosos que se quedarán para siempre en tu mente. Y lo que es quizá más bonito es cuando te das cuenta de que tienes la maldita suerte de tener a una persona como él en tu vida, de verdad que yo no conozco a nadie como él, nadie que sepa tanto de mí y aún así me quiera de esa manera, que me apoye a pesar de las adversidades, que siga a mi lado aunque ya no nos veamos tanto como antes. Es bonito porque cuando pienso en él sólo tengo cosas maravillosas que decir, porque desde que le conocí hace ya tres años en primero de carrera me ha demostrado que hay amistades que pueden con todo y que se hacen más fuertes ante las dificultades.

Cuando me siento a reflexionar y pienso en todo lo vivido en estos años de carrera siempre le recuerdo a él y siempre recuerdo lo mucho que me gustaba acercarme a él en clase y abrazarle, hacerle sonreír, sentarme a su lado en la ventana y charlar distendidamente hasta que empezara la clase. Estos momentos siempre eran los mejores del día, los que me llenaban las pilas a tope y me hacían tener más ganas de volver al día siguiente. ¡Por dios! No penséis que le ha pasado algo, simplemente dejó la carrera cuando yo me marché de Erasmus y le echo mucho de menos. Hasta hoy siempre había sido una persona muy importante en mi vida pero, hoy, he descubierto que lo es incluso más. Pensaba que era un gran amigo pero, poco a poco y, con el paso del tiempo me ha demostrado que es de lo mejor que voy a conocer en mi vida y que prometo cuidar esta amistad como el regalo más preciado que tengo ahora mismo. Porque sé que podemos estar cada uno en la punta del mundo y seguir queriéndonos y apoyándonos como siempre, no tengo dudas.

Así que, desde aquí te lo digo: Eres uno de los mejores amigos que tengo y jamás podré agradecerte todas las cosas increíbles que has hecho por mí, todas las veces que has sido mi apoyo, mi aliado, mi compañero y mi confesor; todas las veces que hemos reído y llorado juntos, todas las salidas, los cumpleaños, los capotes y los consejos. Eres una persona fantástica a la que yo he tenido la suerte de poder conocer y querer, porque te quiero mucho, Óscar (creo que ya lo sabes). Quiero que sepas que siempre voy a estar ahí para ti y siempre voy a ser tu amiga porque personas como tú sólo se conocen una vez en la vida y yo no quiero ni pienso dejar que nos perdamos.

¡Eres grande, grandísimo!



17 de septiembre de 2013

Volver a empezar

Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que escribí algo aquí, casi un mes y, bueno, las cosas han cambiado. A veces siento pánico al reconocer que sigo añorando su presencia en mi almohada y sus idas de olla para hacerme sonreír. Me da pánico porque, a veces, creo que volver a pensar en él significa recaer pero también porque no quiero darle el gusto de que me vea mal.


Para los que preguntáis...NO LO ESTOY. Poco a poco estoy recuperando las riendas de mi vida y eso me gusta, me siento más libre, más segura a la hora de hacer las cosas y con más ganas. Hace apenas unas semanas que se marchó pero todos los nuevos proyectos y todas esas cosas aún por hacer me mantienen ocupada y al pie del cañón. Es más, lo dije una vez y volveré a repetirlo, no pienso rendirme. Es como algo que me dijo alguien una vez: ''es un escalón, Nuria. Lo importante es seguir adelante''. Y es así, eso es lo que hago. Hacía unos meses que no era yo, que pensaba que necesitaba cambiar y seguir perdiendo cosas para que esa persona tan especial para mí me quisiera pero estaba equivocada. Ahora que nuestros caminos han tomado cauces diferentes no tengo miedo a lo que vendrá y quiero vivir el hoy, el presente, con esas personas que me dedican su tiempo día a día y a las que les importo. Porque, cuando pasan cosas como estas te das cuenta de quien son tus verdaderos amigos y, aunque en el amor no me vaya nunca bien, en el tema amigos puedo decir que tengo pocos pero tengo los mejores.


Así que, lo dicho, nuevos proyectos, ganas renovadas y muchas nuevas noticias que dar por aquí. Os iré informando de cómo va mi nueva vida ;)

24 de julio de 2013

Lo que sucede cuando...

A veces es sencillamente eso, esa sensación que te inunda el cuerpo después de ver películas como la de hoy. Esa mezcla entre añoranza y nostalgia de un amor que podría haber sido eterno pero que no duró...Es triste cuando las cosas acaban cuando una de las dos personas tiene ganas de más, cuando tienes la sensación de no haber dado el 100% de ti. En esos casos no hay mucho más que añadir. Cuando te vuelves a ver después de tanto tiempo te das cuenta de que ya nada es como solía ser antes y aunque intentas luchar, aunque intentas que las cosas vuelvan a ser como antes, cuando ya no hay amor ¿qué es lo que queda?


Y es que lo peor de todo es que nunca es culpa de nadie, hay relaciones que sencillamente no funcionan por una razón pero que esa imposibilidad de que salga bien es lo que nos tiene enganchados toda la vida, llegando un momento en el que no sabes cuándo dejaste de estar enamorado de esa persona para pasar a añorar a una persona que ya no volverá a ser la que conociste. A veces nos pasamos la vida queriendo algo que hemos idealizado, la imagen de algo que nos habría gustado que saliera de una forma que no salió.


A veces amar no es suficiente cuando el destino se empeña en que dos personas no estén juntas. A veces es necesario sentirse tristes y tener una persona a la que querer toda la vida aunque nos sea imposible volver al principio y hacer las cosas como era debido. A veces querer va mucho más allá de pasar toda la vida con alguien. A veces cuando quieres de verdad tienes que aprender a dejarlo ir si la felicidad de la otra persona no está en tus manos. A veces se necesita ser mucho más valiente para dejar marchar a una persona a la que se ama de verdad que retenerla y hacerla infeliz.

Él sabe que pase lo que pase siempre voy a quererle, de una manera especial y única que solo se siente una vez en la vida y, aunque aún soy muy joven para decir si podría volver a sentir algo de semejante magnitud por alguien, lo que sentí por él, estando juntos y también estando separados es algo que jamás olvidaré.

Te quiero. Voy a quererte toda mi vida.

3 de julio de 2013

Querido....

Si estás leyendo esto significa que he encontrado el valor para mandártelo. ¡Bravo por mí! No me conoces muy bien pero si me lo permites tengo tendencia a repetir una y otra vez lo duro que me resulta escribir, pero esto es lo más difícil que he tenido que escribir nunca..

No existe una manera fácil de decirlo así que simplemente lo diré: He conocido a alguien. Fue una casualidad, yo no lo estaba buscando. No lo planeé. Fue la tormenta perfecta. Él dijo una cosa, yo dije otra...Cuando me di cuenta quería pasar el resto de mi vida en mitad de aquella conversación.

Ahora tengo la sensación en mis entrañas de que puede ser él. Está completamente chiflado, de una forma que me hace sonreír, extremadamente neurótico y exige un mantenimento exhaustivo. Esa persona eres TÚ.

Esa es la buena noticia. La mala es que no sé cómo estar contigo ahora. Me acojona. Porque si no estoy contigo inmediatamente tengo la sensación de que nos perderemos ahí fuera. Este es un mundo enorme y malo lleno de vueltas y recobecos y basta con parpadear para que desaparezca el momento. El momento que pudo cambiarlo todo. No sé qué hay entre nosotros y no puedo decirte por qué habrías de saltar al vacío por alguien como yo pero me gustaría que lo pensaras. Tú me haces sentir en casa...

 

 

23 de junio de 2013

Saber decir adiós...

A veces decir adiós es sencillamente demasiado complicado. Decir adiós significa plantarte delante de alguien, de esa persona de la que has estado enamorado tanto tiempo, y decirle que nunca más volveréis a estar juntos...¿Pero cómo decir adiós si cabeza y corazón se encuentran enfrentados? ¿Cómo decir adiós después de tantos y tantos buenos momentos compartidos?

En ese momento algo se acciona. Las manecillas de tu reloj interior comienzan a ralentizarse. Las palabras salen atropelladas de tu boca. El cuerpo te tiembla como una hoja de papel en un día de viento en mitad de una calle cualquiera y la garganta se te seca. Es ese momento en el que miras a los ojos de esa otra persona y te das cuenta de que hagas lo que hagas, de que por mucho que lo intentes el amor de antes ya nunca jamás volverá. No tiene sentido, ya nada tiene sentido.

Y todos los sentimientos acumulados durante meses son expulsados a través de tu ojos en forma de lágrimas dejando a su paso unos ojos enrojecidos y una realidad a la que ya no se puede renunciar. Amar es así, dicen, cuando de verdad quieres a alguien si no puedes hacerle feliz debes dejarle ir. Y duele...Es como romperse poco a poco por dentro, resquebrajarse y agonizar a cámara lenta. Pero lo que más duele es mirar a los ojos de esa persona y decirle que ya no le quieres, que te has cansado de luchar y que es el momento de que vuestros caminos se separen. Y es duro porque puede que en realidad no sea cierto pero sean las circunstancias las que nos hacen tomar ciertas decisiones.

Decir adiós muchas veces significa tirar la toalla y, a veces, no es por falta de ganas de intentarlo, si no porque no funciona. El destino tiene planes diferentes para dos personas que durante un breve período de tiempo se quisieron de verdad o, tal vez, sólo fue otra historia más.

Pero ya no quiero seguir huyendo. No quiero querer algo que nunca volveré a tener y no quiero que esa persona sufra por no ser capaz de quererme como yo necesito. Puede que me quisiera alguna vez pero, ese tiempo, ha quedado atrás. Ahora sólo quedan recuerdos de unos meses maravillosos seguidos de un año largo y duro esperando un reencuentro que jamás sucederá. Y es triste que a veces las cosas se rompan y no funcionen, pero también es triste engañarse toda la vida.

A veces hay que tomar decisiones aunque duelan. A veces hay que saber decir adiós en el momento oportuno. A veces, sólo a veces, una noche de lágrimas puede compensar una vida de mentiras.

Esta vez no estoy huyendo, sólo estoy tratando de encontrar mi lugar.

23 de mayo de 2013

APRENDER DEL SILENCIO



Unos dicen que la suerte está echada, que uno recoge lo que siembra, que el destino está escrito y lo que nos sucede no puede cambiarse. Otros dicen que la vida es un juego de azar, que cambiando las respuestas a una misma pregunta encuentras diferentes caminos, que a veces encuentras cuando no buscas. ¿Pero que dicen aquellos que no dicen nada?


A veces no es lo que diga la gente lo que realmente importa. Con el tiempo comprendes que la vida está compuesta de instantes, de instantes de silencio. A veces simplemente se necesita un segundo sin palabras para comprender la realidad de una persona. A veces se aprende más de un silencio que de un gran conjunto de historias que puedan salir de la boca de alguien.


Y lo digo porque a veces las cosas no van bien. Nos sentimos tristes, deprimidos, sin ganas de hacer nada. Sentimos que la vida se nos escapa y queremos pensar que es cosa del destino para poder seguir refugiándonos en nuestro dolor. Otras veces cuando las cosas no suceden nos engañamos diciendo que es porque lo buscamos demasiado, porque no dejamos fluir el momento.


Pero al final del camino...Cuando los problemas se acumulan y las cosas no suceden como esperamos llegan personas que se sientan a nuestro lado y comparten nuestro silencio. En esos momentos sobran las palabras y las almas se abren a un encuentro emocional que no sería capaz de experimentarse por medio de una conversación compuesta de palabras. Porque aprendes con el tiempo que no todos tienen la capacidad de compartir un silencio sin que este llegue a resultar incómodo. 


Porque ese instante de silencio compartido lo cambia todo. Porque cuando aprendes del silencio, cuando eres capaz de escuchar y entender más allá de las palabras, es porque tienes un don, un don que muy pocas personas poseen y del que sentirse orgulloso.


Esta es mi vida. Mi vida compuesta por pequeños instantes de silencio.
(bienvenidos a mi nuevo mundo)

22 de mayo de 2013

Por favor...

Ha llegado el momento. Ya me tienes a tus pies. Tienes la capacidad de romperme, de romperme para siempre. Te he regalado mi vida. Te he dado las claves para acabar con todo lo que he sido y con todo lo que seré. He sido idiota y me he enamorado de ti mientras tú jugabas a ser invencible.

Y por más que lo intento no puedo olvidarte. No sé vivir sin ti. Me estoy asfixiando. Por favor, termina lo que empezaste, por favor, derrúmbame. No puedo seguir sufriendo sin ti. No puedo sentirme más desdichada. No puedo estar más rota. Me has dejado sin ilusiones, sin sueños, sin ganas...Ya no tiene sentido seguir viviendo.

Hazlo. No mires atrás. Rómpeme. Ya no queda nadie que se vaya a molestar en recoger los pedazos y volver a reconstruirme. Olvídame como yo nunca conseguiré hacerlo. Te presto el martillo para hacer tu trabajo.


Acaba lo que empezaste. Te lo pido por favor...



27 de abril de 2013

Puede...

A veces pienso que voy a romperme. Los días siguen pasando en el mes de Abril y yo siento que esas semanas que viví con él hace relativamente poco hubiesen sido hace mil años. Es extraño pero le echo de menos. Todos los días me obligo a seguir mi rutina: clases, estudio, gimnasio, para no tener tiempo de pensar en él pero su sonrisa aún sigue apareciéndoseme en los momentos que menos me lo espero. Me sobrecoge la idea de pensar que no voy a volver a despertarme en sus brazos en estos dos meses que me quedan en esta fría ciudad. Estoy triste. Después de todo lo que nos dijimos, después de todo lo que sentimos, parece que se ha abierto un abismo incluso más grande entre nosotros. Ya no hay risas, ni mensajes, ni ganas de vernos por su parte. Ya no hay ilusión, ni esperanza y, todas esas sorpresas que le preparé me miran como burlándose de mí en las estantería de mi dormitorio. ¡Qué cruel es la vida! O que estúpida soy yo. Qué estúpida he sido al pensar que esta vez sería diferente, que no sería una más de las mil en las que acabaría sintiéndome sola. Sola y desamparada en un mundo que parece que ya no es el mío.

Cojo aire. Miro la maleta y pienso que aquel cambio de aires, aunque sea por una semana me puede hacer bien. Pero estoy sentada en el borde de mi cama escuchando Daughtry en el reproductor y eso no ayuda. Mis amigos me han escrito al teléfono pero no tengo ganas de ver a nadie. Estoy apática y no me apetece hacer planes o fingir que estoy bien cuando no lo estoy. Quiero estar sola y ellos no lo entienden. Puede que sea porque no les he contado que en realidad mis días de este segundo cuatrimestre habían comenzado a contar desde aquellos tres días en casa de él, y que ya no quería seguir con esto si no lo tenía a él. Me mirarían extrañados. Me dirían que debo avanzar y las cosas seguirían como siempre.

Ya no sé qué pensar. Ni siquiera sé si después de estos días alejada de todo voy a querer regresar. Antes sentía esta ciudad como mi casa, al menos como la segunda de ellas. Nunca había sentido que me faltaba algo hasta que apareció él y cambió las cosas. Y ahora se había ido...Pero tampoco puedo volver a mi vida antes del Erasmus porque siento que tampoco es mi vida. Echo de menos a mi familia pero no quiero volver, tampoco quedarme aquí. Ya tengo otra vez en mi mente el pensamiento de huir, de abandonar, de marcharme lejos, desaparecer y que nadie me busque. Necesito que la gente deje de esperar cosas de mí. Necesito su sonrisa o simplemente la manera de volver a sentirme como antes de que fuéramos más que amigos.

Pero parece ser que el problema es que el mundo cambia, la gente cambia y yo no. Estoy entre la espada y la pared y no consigo encontrar la manera de soltarme. Me siento perdida, sin metas ni objetivos. Me siento como si me hubieran arrancado de raíz las ganas de vivir, la personalidad alegre que siempre me había caracterizado. Necesito salir de aquí. Necesito conseguir olvidarme de él o no extrañarlo tanto. Necesito cerrar la maleta y sencillamente desaparecer una semana. Puede que las cosas vayan mejor. Puede que me ayude a sentirme menos desdichada y encuentre mis ganas de continuar. Puede...

22 de abril de 2013

The Words

A veces, simplemente, no hay manera de volver atrás. A veces son los caminos los que se rompen y separan a las personas. A veces son las personas las que cierran las puertas con cerrojo y arrojan la llave a un lugar en el que jamás volver a buscarla. Y a veces, sólo a veces, es una palabra. Una palabra mal dicha en un contexto poco adecuado. O una palabra que nunca se dijo o nunca se escribió. A veces essa palabra que podría haber movido mundos, rompe realidades. Esa palabra que unida a otras puede hacer feliz a alguien o relegarlo al pozo de la soledad. Y es que las palabras son demasiado poderosas y dañinas. Las palabras en bocas equivocadas desencadenan guerras, provocan desastres, hacen nacer miedos...
Pero no sabemos vivir sin palabras.Siempre nos han hecho creer que lo que no se dice o no se escribe no se siente. Necesitamos ver un ''te quiero'' escritou oído de los labios de una persona para sentir que es verdad, porque si no pensamos que los sentimientos no son sinceros.

Lo que olvidamos, lo que la sociedad no nos dice es que, a veces (casi la mayor parte de ellas), valen más los actos. Vale más lo que una persona pueda demostrar que lo que pueda decir o escribir. Porque las palabras se contar verdades a medias, para poder mentirnos entre nosotros. En cambio los gestos, las accionesno tienen esa cualidad. No nos obligamos a demostrarle a alguien que nos importa si no es así. No nos podemos obligar a estar con alguien si en realidad no nos sentimos a gusto.

Pero vivimos en la sociedad de las palabras. Una sociedad empobrecida que ha olvidado sus tiempos mejores. Una sociedad en la que no se es feliz sin palabras y eso es algo muy triste. Es triste porque las palabras sin actos que las acompañen no valen nada. Porque a veces se dice más con un gesto que con una palabra. Y porque las palabras son las que nos impiden volver atrás. Porque las palabras una vez dichasno pueden retirarse. Y porque las palabras rompen caminos y cierran y roban llaves. Porque necesitamos una sociedad diferente y nos necesitamos entre nosotros. No debemos dejar qeu las palabras definan nuestro actos. Convirtamos nuestra sociedad, en la sociedad de los gestos, de las demostraciones. Menos palabras y más actos, eso es lo que necesitamos.

20 de abril de 2013

Felicidad: utopías no tan utópicas



Despertarte una mañana pensando que eres la persona más afortunada del mundo. Tu sonrisa se ensancha al pensar en cada recodo de su cuerpo. Tu corazón arranca a mil por hora cuando piensas en cómo te abraza. Y entonces no importa, no importa si las cosas no son al cien por cien como siempre habías creído. No importa que llueva. No importa que otros sigan intentándolo. Ya no importa porque todo lo que haces te conduce a él, porque tus instantes no son nada sin tenerlo en la mente, sin morirte de ganas de tenerlo, de abrazarlo.

Es esa sensación cuando se te acerca un chico e intenta algo contigo. Esa sensación de poder decirle, orgullosa, que has encontrado una persona que te  ha hecho sacar la ficha del tablero de juego, una persona que cuando sonríe ilumina el mundo, una persona que sabe cómo hacerte sentir especial aunque sea a su manera y, sobre todo, una persona pasional, que se implica, que nunca se rinde y a la que te encanta observar desde el sofá de su casa.

Ya no es tiempo de preocuparse de ''para siempres'' que nunca salieron bien. Ya no es tiempo de lamentarse por las esquinas. Ya no es tiempo de infravalorarse o de cerrarse a querer. Porque cuando lo miras sabes que no importa cuando dure, que lo que importa es el hoy, es las horas que pasas a tu lado, las veces que te hace reír, su capacidad para hacerte sentir segura a su lado. Y es que cada despertar a su lado es diferente, cada minuto a su lado consigue sorprenderte y es que, como él dice siempre, su hueco del hombro está hecho para que yo encaje en él.

¿Cómo queréis que así no me derrita? En serio, hay personas mágicas, especiales, únicas, increíbles y, más allá de todo eso está Él, porque me cuenta encontrar las palabras para explicar lo que me hace sentir y la increíble personalidad que tiene. Es sin duda una persona mágica, especial, única e increíble pero también mucho más. Es una persona por la que querer, por la que arriesgar. Es una persona que ilumina vidas y alegra la mía. Y, aunque la felicidad sea algo utópico en esta época que vivimos, creo que puede hacerme feliz, mucho.

29 de marzo de 2013

Microrrelato I

María intenta retener las lágrimas pero estas se escapan sin permiso de sus ojos. Sorbe por la nariz un par de veces intentando parar aquella llorera. Mira el Smartphone que ahora reposa a su lado en la cama, el que hace unos minutos acaba de colgar. Y es que unos minutos antes…

- Hola, nena- escucha María al otro lado del Smartphone nada más coge su llamada.
- Hola guapo. ¿A qué se debe tu llamada?- pregunta ella.
- Para pedirte perdón- contesta Juan.
- ¿Perdón? ¿Por qué?

María está sorprendida y siente que algo no va como debería ir y aquello la inquieta. ¿Por qué la pide perdón?

- Nena, ¿sigues ahí?- pregunta él tras unos cuantos segundos de ella en silencio.
- Sí, perdona. Estaba con la cabeza en otra parte- se disculpa ella- ¿Qué querías decirme?
- Bueno…verás…Mañana a final no podremos pasar la noche juntos como nos habría gustado y habíamos planeado. He quedado con mis amigos para jugar el partido de baloncesto que teníamos pendiente.
- Ah, claro…Baloncesto- responde ella y suspira en su lado del teléfono.

Aquello no la sorprende. Después de todo lo que le habían dicho y aún después de creer que lo tiene superado ha decidido darle una oportunidad a Juan de demostrarle las cosas y… ¿cambia sus planes por un partido de baloncesto? ¿Eso es lo que le importa? Si es que ha sido estúpida pensando en que las cosas podían haber cambiado.

- Nena, aún así podemos pasar el día juntos. Te invito a comer y pasamos la tarde en el centro- dice él intentando solucionar su metedura de pata.

Pero la jovencita no responde al otro lado del teléfono. Se siente decepcionada, demasiado. No tiene ganas de hablar con él. No le apetece discutir sobre lo mismo de siempre. Debe encontrar una solución, una respuesta o lo que sea…

- Lo siento, Juan. Ahora tengo que irme. Mi madre me dice que es hora de ir a dormir. Mañana ya veo que estás muy ocupado, nos veremos otro día- dice María.

Ella sabe que no se verán, que se había hecho ilusiones con algo que no va a suceder. Idiota, se dice a sí misma. No importa el tiempo que pase, al final siempre es la misma historia y está cansada de tanto marear la perdiz. Es adulta, ambos lo son, pero el joven de ojos grisáceos no es capaz de decir a las cosas claras.

Pone su Smartphone en silencio  y se tira en la cama. Le apetece estar sola y que el Whatsapp vibre cada dos por tres no ayuda a su estado de ánimo. Tiene muchas ganas de salir. No puede quedarse metida en casa después de aquella conversación. Coge la chaqueta de cuero negro y se despide de su madre. Camina en la fría noche acurrucada en su chaqueta oscura acelerando el paso porque la da miedo ir sola a esas horas de la noche. Su destino no está muy lejos. Cinco minutos más y habrá llegado.

Llama al telefonillo del portal 23 de aquella avenida.

- ¿Sí?- contesta una voz somnolienta al otro lado del telefonillo.
- Soy yo.  ¿Puedes bajar?- pregunta María a la persona que se encuentra al otro lado.
- Sube. Te espero.

Suena el típico ruido que anuncia que la puerta se abre y María se cuela rápido dentro del portal. Se frota las manos para quitarse un poco el frío de encima. No sabe si ha hecho bien pero en ese momento no sabía muy bien adónde ir.

Pulsa el botón de subir del ascensor. Primero. Segundo. Tercero. Bien, ya ha llegado. Abre la puerta del elevador y llama con los nudillos al tercero c para no pulsar el timbre. Pero incluso antes de que tenga la posibilidad de volver a llamar la puerta se abre.

- María, ¿qué ha pasado? ¿Otra vez problemas en casa?- responde la persona que acaba de abrirle la puerta.
- No. Llevabas razón. Se ha terminado- contesta ella.

Mira a la persona que la invita a entrar en su casa. Aquel joven está guapo incluso con el pijama puesto y con el cabello despeinado. Se le nota preocupado por ella y no duda en abrazarla en cuanto cierra la puerta tras ellos. Se quedan así durante largo rato hasta que es él el que rompe el silencio.

- María, te quiero. No tienes que seguir aguantando esto. Yo cuidaré de ti- contesta el joven abrazándola más fuerte.
- Yo también te quiero Carlos. Siento no haberme dado cuenta antes de todo esto.
- No importa. Ahora descansa.

Y la acompaña al sofá donde ambos se acurrucan bajo una manta de terciopelo que tiene la madre de él. Apoya su cabeza en el hueco del hombro de Carlos y se relaja. Sonríe. Sabe que ha tomado la decisión acertada. Entonces los ojos comienzan a cerrársele.

- Creo que voy a quedarme dormida- dice María azorada.
- No te preocupes. Estaré aquí cuando despiertes- le dice él.

Y se queda dormida abrazada a él. Ambos acompasan poco a poco sus respiraciones hasta que el joven de ojos color avellana también se queda dormido al lado de la chica a la que quiere. 

28 de marzo de 2013

1/07/10

Las paradas del tren pasaban lentamente. El traqueteo continuo comenzaba a adormecerla. Se desvela un momento y pone la alarma de su smartphone para despertarse y no pasarse la parada. Los pasajeros la miran sorprendido. ¿Por qué aquella jovencita de la boina azul marino sonríe en un día tan triste como el de hoy? El tiempo no acompaña y la lluvia golpea el cristal del vagón dejando un rastro de gotas tras de sí. 

Pero ella está contenta a pesar del día, a pesar de todo. Madrugar y perder un par de trenes no han hecho que su preciosa sonrisa de dientes blancos se borrara ni un instante. Esa sonrisa sigue dibujada ahí, en sus labios rosados. Sabe que hoy es el día. Después de mucho tiempo separadas, en este día nublado y poco alegre volverán a reencontrarse. 

Mira la pantalla de su smatphone. Tiene un Whatsapp suyo preguntándole donde está. Como si su amiga no supiera que la puntualidad no es una de sus virtudes y que eso de que se le peguen las sábanas es muy normal en ella. 

¿Cuánto tiempo llevan sin verse? ¿Estará cambiada su amiga después de todo ese tiempo? Se pregunta la jovencita de la boina azul oscuro con la mirada perdida en el paisaje urbano que desfila en aquel día lluvioso ante sus ojos.

Aquel día será especial. Lo sabe. Han sido muchos meses de mensajes en Whatsapp y piques en las redes sociales, muchas promesas de volver a verse, muchas fechas barajadas...Todo desde aquella fecha, desde aquel 1 de Julio de 2010, tres años, ¡qué locura! piensa la jovencita. El tiempo ha pasado demasiado rápido y las cosas han cambiado mucho desde aquel primer día que se abrazaron. El primero de muchos. 

Han sido constantes visitas de la muchachita castaña a la capital y las de la pelirroja al pueblo de su amiga. Una amistad a pesar de la distancia, de los kilómetros, de las dudas, de los malos momentos y las constantes despedidas. Ambas lo piensan. Y es que han aprendido mucho la una de la otra y han crecido mucho en todo ese tiempo juntas (tanto en estatura como personalmente).

Y entonces llegan las bromas por Whatsapp mientras una va en el vagón y la otra espera en la estación de Atocha. Claro que no se cansarán la una de la otra, piensa la chica pelirroja después de leer lo que acaba de escribirle su amiga.

Sol. Una estación más y se verán. Abrazos. Besos. Reencuentro. Comienza la cuenta atrás...

24 de marzo de 2013

Talking to the moon...



Y entonces a las doce en punto de aquella recepción comienza a sonar Talking to the moon de Bruno Mars. Clara levanta la cabeza anteriormente apoyada en el hueco del hombro de su acompañante para buscarlo en la multitud. Hacía tanto tiempo que no escuchaba aquella canción y casi tanto que lo vio por última vez.

En la otra punta del mismo salón a alguien comienzan a brillarle los ojos cuando los acordes de la canción suenan. La orquesta interpreta increíblemente aquella canción que él les ha pedido con anterioridad. Pero, ¿qué pretende en realidad? Sabe que ella está en aquella fiesta, probablemente acompañada, y lo único que se le ocurre es aparecer allí tras tres años sin dar noticias y tratar de reconquistarla.

Clara se separa de su acompañante y se disculpa por tener que marcharse. Vaga entre la gente dejándose llevar por los acordes de aquella música. Cierra los ojos y piensa en él. Se olvida de que se encuentra en una sala abarrotada de gente y comienza a girar y a tararear la canción aún con los ojos cerrados. Entonces alguien se le acerca por detrás y la abraza.

Por fin la ha encontrado entre la gente y ahora la abraza. Ambos bailan al ritmo de la música. Ambos con los ojos cerrados recordando, probablemente, la primera noche en que aquella canción sonó estando juntos. Sabe que ella lo reconoce aún sin abrir los ojos porque no se escandaliza ni trata de salir corriendo.

Y es que Clara piensa que su tacto no ha cambiado. La abraza con fuerza mientras ella sigue con los ojos cerrados deseando que él también los tenga de ese modo. Respira los últimos acordes de la canción mientras se abraza un poquito más a él.

La canción llega a su fin y ambos abren los ojos al mismo tiempo. Se encuentran demasiado cerca, abrazados, con los ojos brillantes de emoción.

- ¿Sabes? Estás incluso más hermosa que aquel día que nos despedimos, si es posible ser más hermosa- dijo Ian esbozando una sonrisa distendida y relajada.

- Tú tampoco estás nada mal- le responde Clara devolviéndole la sonrisa acompañada de una caída de pestañas que le resulta irresistible a él.

- Siento que...-intenta decir él cuando Clara lo calla poniendo un dedo sobre sus labios y acercándose un poco más.

¿De verdad aquello va a suceder? Piensa él. 

Y entonces se besan. Es un beso lento, más maduro, menos apasionado. Ese beso que hace que los tres años que han pasado separados no signifiquen ya nada. Ambos continúan. Ninguno de los dos se detiene y el beso se intensifica olvidándose de los presentes en la sala. Cuando acaban de besarse es ella la que habla:

- ¿Y ahora qué?-pregunta Clara.

- He venido por ti. No voy a volver a marcharme- responde Ian besándola de nuevo los labios.

Entonces ambos se cogen de la mano y salen al jardín. Sentados en un banco comienzan a contarse todo lo que ha sucedido aquellos tres años sin verse. Parece que el tiempo no ha pasado. Por lo menos para ellos...