14 de julio de 2011

Plastic World

Tacones. Vestidos cortos. Trajes de etiqueta. Glamour. Superficialidad. Falsas apariencias en el ambiente.

Una noche. Humo y litros y litros de alcohol mezclados con frases inconexas y piropos baratos. Noche insulsa, sin sentido. Otra más de aquellas noches que se repiten desde hace unos cuantos meses. Todo pierde el sentido al cruzar la puerta del local de turno. Mismo ambiente. Mismas actitudes. Mismo tipo de gente. Chicas que se dejan llevar en busca de una oportunidad, sea la que sea e implique lo que implique. Hombres que se aprovechan de las buenas intenciones de ellas, que juegan a tenerlas, a hacerlas sentir dueñas de la situación cuando son ellos los que llevan las riendas.

La misma historia de siempre. Nada nuevo, interesante o distinto, ¡para qué variar! Todo ese teatrillo se difumina en el humo que sigue inundando el local, entre las copas de whisky de más, entre las risas escandalosas que anuncian el preludio de otra noche desenfrenada...

Ella es diferente. Se siente dueña de sus decisiones mientras mira de nuevo su vaso de whisky ahora vacío. Observa la situación desde las puertas de acceso al lado oscuro de la lujuria, la avaricia y la compraventa de sentimientos y comprende que no cruzará la línea, que no se dejará embaucar, que conseguirá lo que se proponga por méritos propios y que nadie será jamás dueño de su vida.  

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